miércoles, 28 de noviembre de 2012

Aplauso para el asador

Anoche me junté con diez amigos y hay unos que siempre prende el fuego para hacer el asado. Me acordé de esa publicidad de vinos donde dicen “che, hoy no viene Cristian”, que es el que siempre hacer el asado. No sé por qué, pero siempre lo mismo. En mi vida pude encender el fuego para el asado. Recuerdo una vez en Parque Sarmiento donde terminamos comiendo hamburguesas en una fogata, era casi imposible de sacarlas del fuego porque te quemabas la mano. Se cocían en tan solo unos minutos, a fuego rápido. Dos minutos después estaban echas, el problema era retirarlas de la parrilla. Una mezcla de carbón, ramas, papel, alcohol y no sé que otras cosas más que encontramos por ahí y que terminamos utilizando. Por suerte no provocamos un incendio forestal. Ayer pasó lo mismo, terminó faltando el que siempre prende el fuego, pero como hay mucho delivery en Palermo la terminamos zafando y comiendo algo rico. Y lo que es más importante, a una hora decente. Porque el fuego para el asado se termina prendiendo, ahora cuándo comés es otra cosa. Tipo tres de la mañana o las ocho para el desayuno. Otra cosa que no me gusta a mí de hacer el asado es quedarse todo el tiempo al lado de la parrilla para controlar. Por eso me parece que hay que dar un aplauso para el asador, por la paciencia más que por el asado. Porque nadie le da un aplauso al que cocina los churrasco. O un aplauso al de los fideos con tuco. Y hacer una buena salsa requiere más sapiencia que hacer un asado. Aunque como vengo diciendo, hay que reconocer que prender el fuego es difícil. Pero después, la carne ya viene hecha, ahí la virtud del asador, la paciencia, para que no se queme o quede cruda. Si está cruda hay solución. Si se quema, no.